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  • Publicación de la entrada:7 de mayo de 2025

El pasado 28 de abril de 2025, millones de hogares en España y Portugal se quedaron sin luz de golpe. Fue un apagón repentino, breve para algunos, más largo para otros, pero suficiente para sembrar el caos durante varias horas. Al margen de las molestias evidentes (ascensores parados, routers muertos, luces apagadas), muchos se hicieron la misma pregunta: ¿se habrá estropeado algo? Porque sí, una caída de tensión mal gestionada puede hacer más daño que una tormenta de verano.

Y justo ahí es donde entra en juego un SAI, o lo que es lo mismo: un Sistema de Alimentación Ininterrumpida. Aunque suena a tecnología de oficina o a algo que solo usan los centros de datos, lo cierto es que en casa puede ser una especie de ángel de la guarda para tus dispositivos más sensibles.

¿Qué es exactamente un SAI?

Un SAI es un aparato que actúa como colchón entre la red eléctrica y tus dispositivos. Detecta cortes de luz o bajadas de tensión y, durante unos minutos, suministra energía desde sus baterías internas para que los equipos no se apaguen de golpe. No hablamos de horas de autonomía, sino de esos segundos o minutos clave que te permiten guardar un documento, apagar correctamente un equipo o evitar un corte brusco que dañe un circuito.

Hay diferentes tipos de SAI según su tecnología (offline, interactivo, online), pero la lógica general es la misma: proteger y mantener operativos tus dispositivos cuando el suministro eléctrico falla.

¿Para qué sirve un SAI en casa?

Probablemente ya has visto un sistema similar en algún sitio sin darte cuenta. Las luces de emergencia de los portales o pasillos, por ejemplo, tienen una batería interna que se activa cuando hay un apagón. Algo parecido pasa con los SAI, pero en lugar de encender una bombilla, alimentan lo que tú les digas: un router, un ordenador, la centralita del portero automático o incluso un electrodoméstico concreto.

Después del último apagón, muchos han empezado a plantearse instalar uno en casa. Y no es para menos. Estas son algunas de sus aplicaciones más habituales en entornos domésticos:

  • Router y sistemas domóticos: para que no te quedes sin conexión justo cuando más lo necesitas.
  • Ordenadores y discos duros: si trabajas desde casa o tienes archivos importantes, evitar apagones bruscos es vital.
  • Calderas, termos digitales y controladores: algunos modelos dejan de funcionar o se desconfiguran tras un corte.
  • Frigoríficos o congeladores (en casos puntuales): no aguantan horas, pero pueden mantenerlos encendidos durante pequeños cortes.
  • Sistemas de seguridad: alarmas, cámaras, timbres inteligentes o cerraduras electrónicas necesitan energía constante.

¿Y cómo puede salvar tus electrodomésticos?

No hace falta que un apagón dure una hora para causar problemas. Un simple microcorte, una subida o bajada de tensión, puede dejar frito el panel de control de un horno o estropear la fuente de alimentación de una televisión. Aquí es donde el SAI amortigua los picos y estabiliza el voltaje, protegiendo esos componentes tan sensibles.

Ejemplo práctico: imagina que estás usando el lavavajillas y de repente se va la luz. El programa se interrumpe, la placa electrónica no llega a reiniciarse bien y la bomba se queda a medias. Cuando vuelve la luz, no sabes si seguirá o se habrá bloqueado. Un SAI podría haber evitado ese corte brusco, o al menos haber dado el margen justo para apagar el aparato con seguridad.

¿Qué pasa si hay otro apagón como el de abril?

Tras el apagón del 28 de abril, las búsquedas relacionadas con “corte de luz”, “daños eléctricos” o “protección eléctrica en casa” se dispararon. Y no es casualidad. Cada vez tenemos más dispositivos sensibles en casa y menos tolerancia a perder el control por un fallo externo.

En ese contexto, los SAI han pasado de ser un accesorio opcional a un extra muy valorado. No hacen milagros, pero ofrecen algo muy valioso: tiempo para reaccionar. Porque un apagón puede pillarte de sorpresa, pero si tienes una fuente alternativa de energía aunque sea por unos minutos, ya vas un paso por delante.

¿Todos los SAI son iguales?

No, y aquí es donde conviene elegir bien. Los modelos básicos (offline) están pensados para proteger ordenadores o routers, y suelen ofrecer entre 5 y 15 minutos de autonomía. Los interactivos (line-interactive) pueden regular mejor la tensión. Y los online (más caros) ofrecen protección total y continua sin cortes ni fluctuaciones.

¿Necesitas uno online para casa? Probablemente no, salvo que tengas un home office muy sensible o una instalación domótica completa. Para la mayoría de hogares, un SAI de gama media que proteja unos cuantos dispositivos clave es más que suficiente.

¿Y qué no puede hacer un SAI?

No es una batería gigante. No sustituye a un generador ni te permitirá tener toda la casa encendida durante un apagón prolongado. No es para alimentar aire acondicionado, hornos o lavadoras. Sirve para aparatos que consumen poca energía pero necesitan estar activos o apagarse correctamente.

Tampoco evita daños por rayos o sobrecargas bestias. Para eso, lo ideal es combinarlo con un protector de sobretensión en el cuadro eléctrico. Y si vives en una zona donde hay apagones frecuentes, mejor aún: añade protección en cascada.

Entonces, ¿me compensa instalar uno?

Si tienes dispositivos que no deberían apagarse de golpe, si trabajas desde casa, si dependes de domótica o simplemente si prefieres estar prevenido para el siguiente apagón… sí, un SAI es una buena inversión.

No es caro, no ocupa mucho y, sobre todo, te da tranquilidad. Porque cuando todo se apaga, lo último que quieres es perder datos, reiniciar sistemas o quedarte sin wifi justo cuando lo necesitas.