El termo eléctrico es uno de esos electrodomésticos que funcionan sin que les prestemos mucha atención, pero su consumo puede disparar la factura de la luz si no se usa de manera eficiente. Afortunadamente, hay formas sencillas de optimizar su funcionamiento sin renunciar a la comodidad de tener agua caliente en casa. En este artículo te explicamos cómo funciona un termo eléctrico, cuánto consume realmente y qué trucos puedes aplicar para reducir su impacto en el gasto energético sin perder confort.

¿Cómo funciona un termo eléctrico?

Para entender cómo reducir su consumo, primero hay que saber cómo trabaja un termo eléctrico. A diferencia de los calentadores de gas, que calientan el agua solo cuando se necesita, el termo eléctrico mantiene el agua caliente dentro de un depósito para que esté disponible en cualquier momento. Para ello, cuenta con una resistencia eléctrica que se activa cuando la temperatura del agua baja, volviendo a calentarla hasta alcanzar el nivel programado en el termostato.

Este sistema implica que, si el termo está encendido todo el día, la resistencia se activará cada vez que el agua pierda temperatura, incluso aunque no se use. Aquí es donde entra en juego una buena regulación y algunos trucos para evitar que esto ocurra con demasiada frecuencia y, en consecuencia, reducir el consumo eléctrico.

¿Cuánto consume realmente un termo eléctrico?

El consumo de un termo eléctrico depende de varios factores, como la capacidad del depósito, la frecuencia de uso, el aislamiento térmico y la temperatura a la que esté configurado. Un termo de 100 litros puede consumir entre 1.500 y 2.500 kWh al año, lo que equivale a unos 300-500 euros anuales en la factura de la luz.

Cuanto más grande sea el termo y más personas usen el agua caliente, mayor será el gasto. Por eso, conocer algunos trucos para optimizar su rendimiento puede ayudarte a reducir ese consumo sin que lo notes en tu día a día.

Trucos para ahorrar en el uso del termo eléctrico

Regula la temperatura del termo a 50-55°C. Este ajuste es suficiente para garantizar agua caliente sin generar un gasto innecesario. Si lo programas a temperaturas más altas, la resistencia trabajará más tiempo y consumirá más energía.

Si solo necesitas agua caliente en horarios concretos, usa un temporizador para encenderlo y apagarlo en función de tus rutinas. Por ejemplo, si solo lo usas por la mañana y por la noche, no tiene sentido que esté calentando agua todo el día.

Asegúrate de que tu termo tiene un buen aislamiento térmico. Los modelos más modernos incluyen una capa aislante que mantiene el agua caliente por más tiempo, reduciendo la cantidad de veces que la resistencia tiene que activarse.

Si tienes una tarifa de discriminación horaria, aprovecha las horas en las que la electricidad es más barata para calentar el agua. Programar el termo para que funcione en esos momentos puede generar un ahorro significativo a lo largo del año.

Dúchate de forma eficiente. Reducir el tiempo bajo el agua caliente y usar un cabezal de ducha de bajo consumo hará que necesites menos agua caliente, lo que disminuirá el número de veces que el termo tiene que trabajar.

Si te vas de vacaciones o pasas varios días fuera, apaga el termo completamente. No tiene sentido que siga funcionando si no vas a usarlo.

Haz un mantenimiento periódico. Limpia el interior del termo y elimina la cal acumulada en la resistencia. Con el tiempo, los depósitos de cal hacen que el aparato tenga que calentar el agua con más esfuerzo, aumentando el consumo eléctrico.

Errores comunes que aumentan el consumo de luz

Uno de los errores más habituales es dejar el termo encendido todo el día sin necesidad. Muchas personas creen que así se gasta menos porque el agua se mantiene caliente, pero en realidad, lo único que logran es que la resistencia se active constantemente para compensar las pérdidas de calor.

Otro error es ajustar la temperatura a valores demasiado altos. Si el agua se calienta más de lo necesario, no solo se gasta más electricidad, sino que aumenta el riesgo de quemaduras y obliga a mezclar más agua fría, lo que no tiene sentido desde el punto de vista del ahorro.

El uso ineficiente del agua caliente también es un factor clave. Lavar los platos con el agua excesivamente caliente o dejar el grifo abierto más tiempo del necesario hace que el termo tenga que trabajar más, incrementando su consumo sin aportar un beneficio real.

No revisar el estado del aparato es otro fallo frecuente. Si la resistencia está cubierta de cal o el termo tiene fugas térmicas, el consumo será mayor de lo necesario. Un mantenimiento adecuado alargará su vida útil y evitará que se dispare el gasto energético.

Cuándo conviene cambiar a un termo más eficiente

Si tu termo eléctrico tiene más de 10 años, puede que esté consumiendo más energía de la necesaria. En estos casos, cambiarlo por un modelo más eficiente puede ayudarte a ahorrar hasta un 30% en la factura de la luz.

Los termos eléctricos más modernos incluyen tecnología inverter, que regula mejor el calentamiento del agua y optimiza el consumo. También existen modelos con mejor aislamiento térmico, que conservan la temperatura por más tiempo sin necesidad de estar calentando constantemente.

Otra opción interesante son los termos eléctricos con conexión WiFi, que permiten programar su funcionamiento desde el móvil y ajustarlo a las necesidades diarias, evitando consumos innecesarios.

Si notas que tu termo calienta el agua más lentamente, que la factura de la luz ha aumentado sin motivo aparente o que el aparato tiene fugas de agua o signos de óxido, es probable que haya llegado el momento de cambiarlo.

El termo eléctrico es un electrodoméstico esencial en muchos hogares, pero su consumo energético puede ser elevado si no se usa correctamente. Ajustar la temperatura, programar su funcionamiento, reducir el tiempo de uso del agua caliente y mantenerlo en buen estado son claves para optimizar su rendimiento sin renunciar al confort.